lunes, 25 de febrero de 2013

RECURSOS HUMANOS (Laurent Cantet, 1999)





Absolutamente toda la historia de esta película gira en torno al mundo laboral. Incluso en secuencias donde el personaje vive momentos de ocio se habla del trabajo. El móvil del protagonista, el joven Frank, son sus prácticas como directivo en la única fábrica de su pueblo, al que vuelve desde París. Dicha fábrica es el motor económico de esa comunidad. Allí trabaja su padre, su hermana y todos sus vecinos. La visión ideal del mundo que tiene Frank pronto chocará con la realidad: él se sienta a comer con los obreros como algo natural (los conoce desde pequeño), mientras que su padre piensa que debería hacerlo con “los de su clase”, con los directivos. Aquí hay un simbolismo evidente el vestuario: mono azul de trabajo para unos, trajes de chaqueta y corbata para otros.

El objetivo de las prácticas de Frank es la implantación de las 35 horas semanales en la fábrica. El conflicto es doble: la empresa no lo ve claro y los trabajadores, conformistas por miedo a perder el trabajo, tampoco. Tal es el carácter rutinario del padre de Frank, siempre soldando piezas en una alienante cadena de montaje, que en su tiempo de ocio se dedica a un taller de madera que tiene en el garaje…
En una reunión del comité de empresa están sentadas las partes de una negociación laboral; la patronal y los trabajadores. Y dentro de cada una, se representan varios roles: el jefe con doble discurso, la sindicalista combativa o el directivo aparentemente flexible
Aunque el gran conflicto vendrá cuando Frank descubre que la empresa, a sus espaldas, va a despedir a varios empleados, entre ellos a su padre. Cuando esto sale a la luz, la película representa cómo se vive una situación de tensa huelga, con sus piquetes, sus “esquiroles”, etc. Mención aparte merece el plano donde el gran jefe rompe el cristal de la puerta de entrada a al fábrica (soldada como boicot) y todos pasan por debajo (¿del yugo?) para entrar a trabajar. Es un plano de alto contenido simbólico.
A partir de ese momento, el personaje protagonista empieza a sufrir una transformación (ya adelantada en determinados momentos pasados); es lo que, en guión cinematográfico, se denomina “arco de personaje”: a partir de ese momento, Frank va a posicionarse de forma determinante, frente a los directivos y también frente a la apatía y conformismo de su padre.
Algún sector de la crítica ha tachado a esta cinta de monótona y austera. El director debutaba en el largometraje con este título y eligió actores no profesionales. Quizá ese tono monocorde y austero sea, pues, pretendido. Como dijimos al principio, el estilo en cine –como en el resto de las artes- viene dado por la forma concreta en que el autor decida representar la realidad.

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